viernes, 17 de noviembre de 2017

Peer, la sidra patagónica que no para de crecer.

Una liebre en la etiqueta. En plena carrera, grabada como si estuviese corriendo desesperadamente. Pero está congelada en la gráfica de una sidra de pera que se elabora con frutas del Alto Valle y que realmente es buena. En ese concepto se encierra una idea de lo que hay dentro del envase. Solo nos separa una tapa corona, como un picaporte para adentrarnos y sumergirse en burbujas de un jugo realmente rico.
Peer es el proyecto de tres amigos que se asociaron luego de que uno de ellos, Marco Zec, descubrió en Nueva Zelanda, sitio donde residió algunos años un consumo interesante de sidra. Corría 2009 y este caldito fermentado se imponía tanto como la cerveza en los bares y afters office, de este lado del océano todavía no gozábamos de la intensidad de la cerveza artesanal, solo era industrial en la mayoría de los casos.
El proyecto nace en 2015, Marco es hijo de productores de fruta y particularmente ese año fue uno de los peores. Directamente la fruta se tiraba.
Con el recuerdo fresco de la sidra en Nueva Zelanda y viendo que era furor en Europa , Australia y Estados Unidos los socios amigos se embarcan en producir esa bebida utilizando pera del Alto Valle.
En Chile CCU (Compañía de Cervecerías Unidas) ya había comprado las principales marcas de sidra en Argentina para comenzar a imponerse en el mercado y los chicos de Peer aprovecharon ese viento de cola que inconscientemente los grandes monopolios generan en los nichos vírgenes y se sumaron a ese bocanada de oxígeno sidrero a partir de todo el aparato marketinero ajeno a ellos pero que les allanaba el camino.
Peer apunto desde un principio a un mercado más artesanal. Compiten en otro segmento en relación a otras sidras y han trabajado fuertemente en posicionar la marca.
Están en más de 50 sitios en Buenos Aires y en la zona se consiguen en varios restaurantes y vinotecas.
El proceso es el siguiente. El mosto se encarga con determinadas características en Flor De Manzano, Cipolletti, la bella sidrera que introdujo el método champenoise en Argentina (sidras) de la mano del ingeniero agrónomo Juan Ferragut. Luego ese caldo se transporta hasta Villa Regina donde en La Reginense se embotella en porrones verdes de medio litro con tapa corona muy bonitos.
La primer producción fue 2017. Una prueba piloto de 20 mil litros les permitió testear el mercado y el comportamiento de la gente frente a esa sidra en diversas regiones.
Hoy Peer está en Rosario, San Martin De Los Andes, Calafate, Puerto Madryn y la zona norte y sur del conurbano.
Todo es pera Williams, suman mucho sus características de sabor y aroma. Para la nueva producción 2018 están haciendo una experiencia con variedad Packhams y Anjou.
Se expanden, crecen, la constelación de productores de sidra va en aumento y eso es bueno en un mercado monopolizado por la cerveza y en menor medida por el vino.
En los planes está elaborar con algunas variedades de manzana.
La Patagonia demuestra nuevamente que vuelve a sus orígenes con una apertura más desarrollada, demostrando que en muchos casos de adversidad como es la coyuntura frutícola se puede replantear una bebida ancestral. Ojalá la sidra no tenga que pedir permiso nunca más en los paladares de todos los mortales que se acostumbraron a tomarla artificialmente en las noches del 24 y 31 de diciembre, omitiendo la verdadera sidra.
Peer es un paso más en esa búsqueda, fresca, liviana, con una estética dinámica y un sabor en boca muy agradable.
Fría es imbatible. Con langostinos a la plancha, con pizza o con una picada patagónica, ahumada y sabrosa.
¡Chin chin!
Publicado en Diario "Río Negro", 147/11/2017.-

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