domingo, 20 de marzo de 2016

En cuarenta años desapareció el 90% de las bodegas y las vides de Río Negro. Fue una de las actividades principales de los colonos. Las que se mantienen apuestan al vino de calidad.


No es el mejor momento de la vitivinicultura en la región. Ni siquiera de la producción de uvas. Los números de cómo la actividad fue perdiendo terreno son abrumadores: hoy, sólo queda un 10 por ciento en pie respecto de décadas atrás y hay una preocupante disminución de bodegas.
"No podemos darnos el lujo de perder una hectárea más de vides para vinificar". La frase la dijo el gobernador Alberto Weretilneck pocos días atrás, cuando encabezó el acto de apertura de la 37ª Fiesta Provincial de la Vendimia en Villa Regina.
Sus palabras se sustentaron en la realidad que hoy atraviesa la vitivinicultura regional, que supo ser hasta hace unas cuatro décadas un motor de la economía valletana.
Río Negro llegó a contar con unas 18.000 hectáreas de vides para vinificar, de las cuales una importante cantidad de hectáreas se concentraba en Villa Regina. Hoy, la superficie con estos cultivos no alcanza a las 1.800 hectáreas en toda la provincia, y sólo 40 aún persisten en esta localidad, según el informe "Diagnóstico territorial vitivinícola" que elaboró el INTA en el centro Vitícola Patagonia Norte.
Junto a la tierra cultivada, la provincia sumaba casi 300 bodegas que elaboraban un importante volumen de vino de mesa, el cual no solo se comercializaba en la región, sino que también se vendía a otras bodegas del país. Sin embargo, diversos factores, especialmente el económico, influyeron en la desaparición no solo de la superficie cultivada con uvas para vinificar sino también de las bodegas.
La caída significó que hoy sólo sean 30 las bodegas que se mantienen en actividad.
Pero, en forma paralela a la caída hubo un cambio en el tipo de vino que se elaboraba: pasó de ser vino de mesa a vinos de mayor calidad por lo que hoy tienen reconocimiento a nivel internacional.
Precisamente, esta es la apuesta a la que se volcaron la gran mayoría de las bodegas de Río Negro que están elaborando vinos de alta gama, y en menor medida son unas pocas las bodegas que aún continúan elaborando vinos comunes de mesa.
El crecimiento de la actividad vitivinícola durante las primeras décadas del siglo XX tuvo en Villa Regina una fuerte injerencia, ya que a partir de la colonización de estas tierras en 1924, la plantación de uvas para vinificar se transformó en una de las actividades económicas principales.
Así nacieron bodegas como la de Rafaelli, Vecchi, Fedalto, La Graava, Favretto y Picotti entre un grupo de casi 30 bodegas que trabajaban en Villa Regina. De ese número hoy sólo dos continúan en actividad.
Una de ellas, la bodega Vecchi, prácticamente nació con la colonización de Villa Regina, mientras que la segunda es la de Favretto que nació durante la década de 1940.
Fue este desarrollo en materia vitivinícola el que hizo que durante la década del ´70, Villa Regina fuera la elegida para desarrollar la Fiesta de la Vendimia a nivel provincial.
Y aunque en esta ciudad hubo 30 bodegas instaladas, distintas variables hicieron que lentamente comenzaran a desaparecer.
El crecimiento de las bodegas se mantuvo hasta cerca de 1980, cuando los bajos precios en el valor de la uva y como contrapartida los buenos rindes e ingresos que generaba la producción de peras y manzanas se conjugaran para que muchos productores vitícolas erradicaran las vides y se volcaran a la plantación de frutas de pepita.
Todo esto sumado a que, como continúa ocurriendo hoy, casi la totalidad de los insumos necesarios para la elaboración y envasado de los vinos deben adquirirse en Buenos Aires, lo que implica un aumento en los costos; mientras que el incremento en el consumo de otro tipo de bebidas que reemplazaron el vino común de mesa, o la elección de vinos de mayor calidad, fue otro de los factores que derivó en la desaparición de bodegas.
Un motor de la economía
La actividad vitivinícola, está profundamente vinculada con el crecimiento de cada una de las poblaciones que tras la Conquista del Desierto, se fueron creando a lo largo del río Negro, y durante muchos años, fue un importante motor en la economía de la región.
Las plantaciones de vides fueron para los colonos que llegados de Europa iban poblando las distintas ciudades del Alto Valle, Valle Medio y del Valle Inferior, una de las alternativas productivas más rápidas y efectivas al momento de buscar darle rentabilidad a los proyectos.
La crisis económica que se registró en 1930, dio a los productores vitícolas un panorama muy desalentador, ya que la uva prácticamente no tenía precio y en consecuencia los ingresos para las familias eran escasos.
Pero pese a las dificultades, quienes habían apostado a esta producción, encontraron la vuelta para salir adelante, y de esa forma se fueron conformando en la provincia distintas cooperativas de trabajo que permitieron nuclear a los productores, entregar su producción y seguir elaborando vinos, cambiando de esta manera la rentabilidad final.
De las 18 mil hectáreas de viñedos que estaban implantadas en toda la provincia, el número se redujo a unas 1.700, las que tienen uvas para vinificar y uvas de mesa, en todos los casos con variedades que son requeridas por los mercados consumidores.
Los cambios, que generaron el cierre de bodegas y la desaparición de viñedos, fueron rápidamente aceptados por algunas firmas que se han transformando en referentes de los vinos de muy buena calidad que se elaboran en nuestra región.
La coincidencia es plena en este sentido. La actividad vitivinícola puede ser rentable si se logra unificar la producción en la elaboración; aprovechando además las excelentes condiciones de tierra y climáticas que tiene esta región, que la ha llevado a posicionarse a nivel nacional e internacional por la calidad de sus vinos, y a ser una zona que se mira con mucho interés por parte de capitales interesados en instalarse en esta provincia.
Publicado en Diario "Río Negro", domingo 20 de marzo de 2016. Por Pablo Accinelli.

En las primeras décadas del siglo XX, la vitivinicultura fue una actividad fundamental para la zona. Y así se mantuvo hasta los anos 80. Fotos: Néstor Salas.


Durante la apertura de la 37ª edición de la Fiesta Provincial de la Vendimia, el gobernador rionegrino, Alberto Weretilneck, sostuvo que aunque el panorama de la vitivinicultura regional parece desalentador por la erradicación de vides para vinificar, una de las ventajas que esto acarreó fue que las uvas comenzaron a ser de mayor calidad, de acuerdo a los requerimientos de las bodegas.
Las condiciones climáticas y de tierra que tiene el Alto Valle han logrado reconocimiento porque permiten contar con uvas que reúnen las condiciones optimas para elaborar vinos de alta gama.
A su vez, la antigüedad de los viñedos, que en algunos casos tienen entre 50 y 60 años, permite lograr una óptima producción; a lo que se debe agregar que si bien durante los últimos años se fueron injertando nuevas variedades de acuerdo a los requerimientos de las bodegas para elaborar vinos, muchas de las variedades implantadas durante los primeros años son la base fundamental para alcanzar los niveles de calidad esperados.
La apuesta desde la provincia es lograr que la superficie de viñedos no siga cayendo y por el contrario que se incremente en los próximos años, mientras se espera que las bodegas mantengan y aumenten su nivel de producción, sin dejar de elaborar vinos de muy alta calidad para mantener el prestigio.

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