sábado, 15 de octubre de 2011

"Al Dr. Rafael Bailón, gratitud y homenaje". Carta de lectores diario Río Negro de Norma Quintans.



Corría 1965 y regresábamos de Bajada del Agrio, provincia de Neuquén, a Buenos Aires con quien fue mi esposo, el Dr. Reynaldo Alencastre. Entonces compramos un ejemplar del diario "Río Negro" y allí nos enteramos del llamado a concurso de médico generalista para la Sala Médica de General Godoy y de obstetra para el Hospital de Villa Regina.

En esa época no eran muchos los profesionales que querían venir a la Patagonia. A los pocos días de la presentación de nuestros títulos fuimos convocados por el Dr. Tomás Aubone, gran profesional de la medicina de General Roca, para hacernos cargo de nuestras respectivas tareas.

El Dr. Bailón, entonces director del Hospital Rural Elías Smirnoff y responsable de la Sala Médica de Godoy, nos recibió con gran afecto y alegría por contar con dos noveles profesionales y nos abrió las puertas del hospital. Para vivir nos ofreció el segundo piso de una nueva construcción ahora inexistente. En ese tiempo era difícil conseguir una vivienda para alquilar, por lo que fue nuestro hogar durante ocho meses. El Dr. Alencastre cubría las urgencias hospitalarias y yo asistía a las madres cuyos hijos estaban por nacer.

Eran otras épocas de las medicina en Villa Regina. A partir de esa fecha se instaló la necesidad de la cobertura permanente de profesionales de guardia en el hospital.

Desde 1955 hasta 1972 con alguna interrupción fue el Dr. Bailón el director del hospital, marcando una época de mucho trabajo, esfuerzo, sacrificio, donde los médicos hacían lo que podían con los medios con que contaban. Era exigente al máximo, frontal, su sola presencia infundía autoridad. De carácter severo, eso lo llevó a veces a tener algunos desencuentros profesionales. Le importaba el enfermo. Antes de las ocho de la mañana entraba por la puerta de atrás del hospital para observar si todo estaba en orden, limpio, si los profesionales llegaban a horario. Tenía un grupo de secretarias que mucho hicieron al buen desenvolvimiento hospitalario: Carmen Mincarelli, Juliana y Pepa Pessoa y Lala Piccinini. Sentían una gran admiración y respeto por su jefe y a través de ellas se valía para que todos los sectores funcionaran.

Recuerdo en ese año al Dr. Roberto Cipolletti, otro médico de profesión, querido por sus pacientes, al Dr. Francisco Cittá, a la Dra. Beatriz Poncet. Ellos conformaban el equipo que lo secundaba en la responsabilidad hospitalaria. Pero no siempre alcanzaban los profesionales, había que cubrir toda la parte sanitaria de la comunidad reginense. ¡Cuántas veces le tuve que ayudar en una cesárea de urgencia, con coraje, decisión para salvar vidas y con los mínimos recursos! No había tiempo para la duda.

En forma paralela atendía lo que habían fundado con los doctores Pedro Dall' Armelina, Cipolletti, Poncet y Cittá: el Sanatorio Mayo. Fueron años de trabajo intenso, sin parar, donde puso a prueba muchas veces sus coronarias, llamándole la atención su corazón en el año 1980.

Fue a partir de allí otra persona. Fue dejando la profesión que tanto amaba, sabía que con el corazón no se juega. Todo cambió; eso lo afectó mucho, decisión dura y difícil cuando contaba con 60 años de edad.

Trabajó en forma paralela en el Club Social Colonia durante 36 años, siendo su presidente y dejando una institución importante en la ciudad reginense.

Fue el fundador del Colegio Médico junto a los médicos Alejandro Rodríguez, Díaz Vera, Dall' Armelina, Poncet, Cipolletti, Frún, Cittá, Smirnoff. Presidente también de la Biblioteca Mariano Moreno durante algunos años.

Por decisión familiar no pudimos decirle adiós. Dejó su huella, abrió caminos en esta ciudad. Con estas palabras quiero ser intérprete del pensamiento de las personas que lo conocimos, de los pacientes que aún lo recuerdan con afecto, de quienes compartimos tareas y recibimos su gesto de generosidad. Si no hubiera sido así, otra sería mi historia: no hubiera conocido al P. César Rondini, quien visitaba diariamente a los enfermos, y hoy no estaría conduciendo Orespa, y el Dr. Bailón no hubiera pasado sus últimos años en el Instituto para la Tercera Edad, obra fundada por el Dr. Alencastre, quien además de colega fue su amigo. ¡Gracias Dr. Rafael Bailón!



Norma Quintans- Regina.
Carta de lectores diario Río Negro.

2 comentarios:

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  2. Gracias, Norma. El abuelo fue, sin lugar a dudas, un ejemplo de integridad, sacrificio, educación y profesionalismo, además de ser un tipo cariñoso y muy amable.
    Gracias por tu hermoso relato y tus respetuosas palabras. Lo vamos a extrañar muchísimo.
    Y muchas gracias también a vos, Guillermo, por la publicación de la carta, y por instarnos a recordar a este "grande" que hizo tanto por su pueblo y su gente.
    Les agradecemos con el corazón.

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